Cuando oí en el concurso televisivo que mi nombre estaba entre los ganadores me quedé paralizada de repente. ¿Ganadora yo? Imposible. No soy especialmente el tipo de chica con suerte. Acababa de ser premiada con un fantástico viaje a
PortAventura ni más ni menos que ¡para doce personas! Ni que fuese hecho a posta…Cuando escuché esa cifra inmediatamente se me vinieron a la cabeza once nombres: Rocío, Raquel, Sabela, Sonia, Emma, Lucía, Ales, Yajaira, Javi, Cristian y María.

Lo cierto es que nos merecíamos ese viaje. Los once supervivientes de 2º BAC B éramos los elegidos para comenzar una nueva aventura en Portaventura (nunca mejor dicho). Esta última semana había sido brutal, no exagero si digo que la media de horas dormidas por día era de 5. ¡Tanto examen acaba con uno! Pero bueno, a lo que iba. Cuando por fin fui capaz de volver en mí y de asimilar que era cierto empecé a llamar a todos mis compañeros uno por uno. Reaccionaron igual que yo, no es de extrañar, puesto que aquella noticia parecía irreal, mera utopía. Pero no, era la auténtica realidad. Enseguida empezamos a hacer planes y más planes que se resumían en fiesta, fiesta…y ¡más fiesta!

Ahora el problema que se nos planteaba era el siguiente: ¿En dónde íbamos a encontrar a un/una profe dispuesto/a a acompañar a un grupo de jóvenes revolucionados? Chungo chungo… ¡Ni Anuncia nos aguantaría! Pero para nuestro asombro sí que había alguien que se ofrecía voluntario (en este caso voluntaria). Y esa persona es… ¡La profe de Lengua! ¿Quién sino?
Nada más llegar vimos un enorme letrero que decía: “Saborea cada momento, exprime la vida al máximo, salta, canta, ríe hasta que no puedas más, haz lo que más te guste una y otra vez…y sobre todo, pon la mejor de tus sonrisas y disfruta de la vida junto a las personas que más quieres. Porque un día sin emociones es un día perdido. ¡Portaventurízate!”

Lo cierto es que nos daban un poco de envidia, puesto que el hotel en el que nos alojábamos no era nada de otro mundo y no estaba dotado de privilegios como el aire acondicionado.
Y no puedo seguirte contando más acerca de esta experiencia ficticia, mamá, justo cuando estaba en lo más interesante del sueño me desperté, ¡y aún encima tarde! Llegué con diez minutos de retraso a la clase de Lengua y La Paramio me echó una bronca del quince. Si llega a saber que fue por su culpa…
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