2010/05/22

Lecturas y escuela

Cuántas veces he tenido que parar de leer el libro que me gusta y dejarlo en la mesilla para coger el libro de texto y ponerme a estudiar, y cuántas veces un buen libro me ha aportado mucho más que unos apuntes que me chapo en dos días y que luego se me olvidan para siempre. Sin embargo, los libros que me mandan leer en el colegio me los tomo como unos deberes o algo más que estudiar, de hecho, siempre los dejo para última hora debido a que, salvo en contadísimas ocasiones, no me gustan y leerlo las horas antes es la única forma de que ponga atención y se me queden los datos. Mi madre siempre se ríe de mí cuando me subo al coche por la mañana con el librito obligatorio de turno, apurando los últimos capítulos. Y lo mismo hago cuando tengo exámenes, siempre bajo corriendo con todos los apuntes en la mano para echarle un último vistazo.¡ Demasiadas similitudes!

Cuánto cambia la historia cuando ese libro lo busco yo, lo leo por mi propia iniciativa y me encanta. Lo que me aporta la lectura es imposible de explicar a alguien a quien no le gusta leer. Son historias que te hacen trasladarte a un mundo aparte cuando estás aburrida del tuyo, te sumerges en él, vives sus experiencias, y con la chispa adecuada te engancha de tal manera que no quieres salir de él, sólo seguir engullendo palabras.

Esto es difícil de inculcar en la gente joven. No es algo que puedas obligar, solo conoces el placer de la lectura cuando das con el libro correcto.

Los estudios -sobre todo en bachiller- no te dejan demasiado tiempo libre en algunas épocas, y ese poco tiempo que tienes lo aprovechas para salir y estar con la gente que te apetece. Por eso, es muy difícil de entender para alguien a quien no le guste la lectura que una persona aproveche ese rato sin tener que estudiar, quedándose en casa con un libro.

Muchos amigos han comenzado a leer con los muermos que mandan leer en el colegio. Todo eran historias escritas para adolescentes, todos los libros contaban la misma historia de dos quinceañeros que se enamoran, sus inseguridades y sus problemas con sus padres. Todo tópicos infumables. Es muy triste empezar a leer con eso, te lo tomas como una obligación más, y eso no es la lectura, si no la libertad para coger un libro que te guste, de manera personal, adentrarte en él y dejarte llevar, eso sí que suena bien.¡ A la basura el sistema!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es cierto que en muchas ocasiones tenemos que enfrentarnos a libros que nosotros no hubiésemos elegido. Puede que después de leerlos, tengamos que agradecer que el "azar" los haya puesto en nuestro camino, pero puede también que tengamos que decir: "uno más".
La lectura tiene que proporcionarnos ratos agradables, pero sobre todo tiene que ayudarnos a comprender, a razonar, a relacionar, a enjuiciar con sensatez lo bueno y lo "malo" que leemos.
¡Cuánto agradezco que la escuela me haya hecho conocer a personajes como el Lazarillo, como Ulises, como don Quijote o Sancho, como Romeo o Julieta, como Hamlet, como El Caballero de Olmedo, como el propio Cid... Creo que yo sola no hubiera llegado a ellos... y ahora sé lo que me hubiera perdido...