2009/11/02

En la piel de... Un basurero


El hedor es imposible de aguantar aunque después de 15 años en la profesión uno se va acostumbrando a olores que nadie más soportaría. Es un trabajo muy monótono siempre el mismo movimiento: bajar de camión, fijar el contenedor al asa del camión, volver a soltarlo y colocarlo en su sitio… y así durante más de cuatro horas. Suerte que para olvidarme del olor y de la monotonía puedo por lo menos hablar con mi compañero, entre que charlamos de fùtbol o de cine, o de cómo le va a uno con la familia…

Pero este trabajo no es sólo duro en esto, sino también cuando uno llega a casa y todo le huele a basura, estás comiendo y la comida huele, estás en la cama y la almohada también… es increíble se te mete en la cabeza y no hay forma de eliminarlo. Así que ,mientras estoy en el trabajo, intento pensar en cosas que huelan bien.

Tampoco hay que olvidarse de las bajas temperaturas que tenemos que aguantar. Las frías noches del invierno caen sobre nuestros hombros, y no hay forma de evitarlo por mucha ropa que nos pongamos encima. Intento distraerme sumando las matrículas de los pocos coches que se nos cruzan en el camino, porque en el fondo yo tengo alma de matemático.

Lo único bueno de este trabajo es que no te lo llevas para casa, aunque el frío y el olor sí. Cuando llego a casa o estoy en el bar tomando un café puedo pensar en qué poder distraerme mañana; se me ocurren infinidad de historias.


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