2009/12/18

Muros de ayer y de hoy

Ya lo decía aquella canción irónicamente: “Dicen que la alambrada sólo es un trozo de metal…” y un muro sólo debería ser un montón de piedras inútiles, que nunca antes habían significado tanto como aquel día…
Anna observaba desde el tejado, situado en lo alto de un edificio del lado oeste del muro. Sólo tenía 11 años, pero miraba horrorizada como aquella noche una muchedumbre asaltaba el muro. Solía subirse allí para comunicarse con los del otro lado, donde había dejado tantos amigos, y donde estaba su antiguo colegio. Su mente infantil no podía comprender por qué habían matado a su abuelo por saltar varias veces ese montón de piedras. Muchas veces cuando subía al tejado su abuelo continuaba allí, esperándola, como antes de que todo ocurriera aquel trágico día. Juntos hablaban largo y tendido, y era en aquellos momentos cuando la vida adquiría cierto color. Mientras observaba el derribo del muro, su abuelo la agarró de la mano. Estaba llorando. “Abuelo, ¿qué sucede? ¡Los matarán a todos como hicieron contigo!” Y él contestó: “Eso que ves allí es la pura libertad, Anna, recuerda este momento siempre”. Pasaron largas horas, y la rebelión tocaba a su fin. Un nuevo horizonte de libertad, nunca mejor dicho, se abría ante los alemanes.
Veinte años después, Anna volvía al lugar del suceso. Muchas cosas habían cambiado en aquel lugar, y a ojos del mundo aquello había significado el camino definitivo hacia la paz. Pero en la práctica los del lado oeste, su lado, seguían siendo los del lado oeste, y eran considerados, aunque muy sutilmente, inferiores.
Multitud de barreras dividen a la sociedad hoy . Barreras ideológicas, sobre todo propulsadas por gente llena de prejuicios, promulgadores del bienhacer y del orden. Son esos prejuicios las piedras que hoy componen los muros más fuertes de derribar, y el cemento que las une son esas frágiles mentes tan fáciles de manipular. Anna reflexionaba sobre esto mientras colocaba un ramo de rosas blancas en el lugar donde su abuelo había perdido la vida. A su lado, una niña colocaba también un pequeño ramo con un mensaje. Aquella niña tendría la edad de Anna cuando observo incrédula la caída del muro. Se preguntó què pasaría por su pequeña mente, que le
habrían contado sus padres, y si era verdaderamente consciente de lo que aquello había significado para su nación. Se preguntó a qué nuevas barreras se tendría que enfrentar en su futuro.
A veces un montón de piedras significan mucho más que palabras, y llegará el día en el que todas las ideologías que hoy suponen barerras se derribarán gracias a la poderosa fuerza de la libertad. ¡Llegará!
Imagen: http://europa.eu/abc/12lessons/images/content_berlin_wall.jpg

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