Hace unas semanas saltaba la noticia de la desaparición de una adolescente, Marta del Castillo. Hoy lo que sabemos es que fue supuestamente asesinada por un antiguo novio. Todos los medios de comunicación, sobre todo televisión, se hacían eco de la noticia, día y noche, a mi modo de ver de una forma exagerada. Surgen debates incluso en la prensa sensacionalista, que con su “periodismo fácil” son capaces de sacarle jugo a temas tan delicados, cebándose con los culpables. Aunque no es políticamente correcto, me trae sin cuidado que juzguen a las personas o que hagan leña del árbol caído, pero que vean cosas donde no las hay haciendo demagogia, entonces ahí sí que me meto. Y es que no se pueden culpar a las redes sociales de la muerte de una niña.
Las redes sociales son el último gran invento donde puedes conocer gente con tus mismos gustos e intereses. A cambio de dar a conocer tus datos, puedes interaccionar con otras personas de cualquier lugar del mundo. Las redes sociales ofrecen multitud de posibilidades para que, desde el sofá de la casa de tu abuela que vive en la aldea más remota de Galicia, puedas pasar un buen rato conociendo a gente que, sin este sistema, probablemente nunca hubieras llegado a conocer. Millones de adolescentes y universitarios de medio mundo tienen ya su propia cuenta en las populares Tuenti, con 4 millones y medio de españoles, y Facebook, con 97 millones de usuarios en todo el mundo. Y completamente gratuitas. Este gran avance social permite a la gente con problemas de integración, encontrar a gente afín sin ningún problema. Por ejemplo, si tú eres un apasionado del mundo gótico que va a un colegio donde sólo hay niñas pijas, siempre podrás encontrar tu sitio gracias a las redes sociales. Redes como Alpinaud, para los amantes de los deportes al aire libre; ANobii, para los seguidores de la lectura y aSmallWorld, comunidad privada para personas de la alta sociedad, son sólo algunas.
Últimamente se ha iniciado una pequeña campaña de desprestigio hacia estas webs, que supuestamente no protegen ni respetan la privacidad ni los datos aportados, y los utilizan de una manera peligrosa. El problema no son las redes, si no los usuarios que no saben utilizarlas. Nadie habla ni queda con otra persona si no quiere, y tampoco debes ser un ingenuo e ir dando tu dirección y tu teléfono a cualquiera. Pero si eres un buen usuario, las redes sociales son todo un descubrimiento el cual nadie se arrepentirá de conocer.
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