Queramos ocultarlo o no, el botellón se realiza en todos los lugares del mundo. Algunos grupos de jóvenes son más ruidosos y otros lo son menos. El gobierno podría prohibirlo, pero se seguiría haciendo en otras zonas.
Por un lado, estoy de acuerdo con Ignacio Bermúdez cuando dice que se deben proponer nuevos lugares donde realizar ocio alternativo. Así los jóvenes podrían no emborracharse por las calles y destinar su tiempo libre a realizar algún tipo de deporte u otra actividad.
Pero, por otro lado, tampoco creo que el proporcionar nuevos recintos para actividades diversas sea una solución al botellón. Si los jóvenes no pueden ir por las calles emborrachándose, pues lo harán a escondidas, o en bares. Así que el problema seguiría en pie.
La única solución que veo yo es que los padres les den menos dinero a sus hijos y así estos no puedan comprar tanta bebida. O también que los controlen más y no los dejen salir si un día vuelven a casa bebidos, porque está claro que por mucho que se impidan los botellones, que se propongan nuevos lugares de ocio o que se intente mentalizar a la juventud, si un joven quiere beber, va a beber. Y los políticos y el gobierno no van a poder hacer nada en contra.
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