2009/10/27

En la piel de... Soy reponedora

Las siete de la mañana y ya estoy con los pies en el supermercado, pero no con la cabeza. ¡Dios mío! un camión acaba de llegar lleno de productos que tengo que ir colocando poco a poco a lo largo del día. Es ahora cuando me pregunto por qué no habría estudiado una carrera o un ciclo ; pero bueno hay que adaptarse a lo que una tiene.
Ya han pasado dos horas desde que el supermercado abrió. Tengo hambre y las estanterías cubiertas de esos bollitos de chocolate que yo misma he ido colocando. Me comeré uno mientras tomo el café.
La mañana se está acabando, ¡ya era hora, la verdad! Estoy cansadísima y aún encima es viernes. Llevo toda la semana colocando miles de productos desde lechugas hasta detergentes, y el dolor de espalda me está matando.
Hoy trabajo todo el turno, por lo que me espera una larga tarde. Las señoras, tan pesadas como siempre, después de tres años comprando en el mismo supermercado no saben dónde está el azúcar. Me acaban con la paciencia y nada que decir de las que van de buenas y estiran la mano para meterse unas cuantas cerezas y una caja de palillos en la cazadora. ¡Cómo está el país!. Y todo el día así corre para un lado corre para el otro, vigila a este vigila al otro y mientras cargo con el detergente de un lado para otro. Y cuando ,por fin, acabo estoy delante de esa larga estantería llena de bollitos, ¡me vuelven loca!, así acabo con una ansiedad por comer increíble y todo por lo mismo de siempre.
¡Por fin! Acabó el día.

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