2009/10/01

Ya estamos en el segundo.

El tiempo va pasando y nuestros pies suben un piso más para adentrarnos en un nuevo curso, el último. El nerviosismo ante lo desconocido se apodera de nosotros, los profesores entran uno a uno y hablan de nuestro peor temor: ese examen que decidirá nuestro futuro.
Al subir las escaleras, me voy dando cuenta de que el tiempo es oro y que, poco a poco, se nos escapa de las manos, así sin más se va. Ahora debemos pensar en que nos vamos, nos vamos de casa, y un nuevo mundo aparece ante nosotros, ¡qué miedo sólo pensarlo!.
Esas escaleras que no significaban nada, ahora lo significan todo: ese final marcado que en junio no nos dejará respirar. Ahora es cuando todo empieza, no termina, si no que acaba de comenzar. La vida se abrirá y conoceremos todo lo que hay detrás de esas puertas de acero que hasta ahora no quisimos abrir, el esfuerzo que hicimos para subir las escaleras puede que no sea nada comparado con el esfuerzo que tengamos que hacer para subir esas montañas que son las metas de nuestra vida.
Sólo queda cerrar los ojos e intentar subir estas escaleras como entrenamiento para la gran escalada.

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