Al llegar a casa me reencuentro con los personajes de mis libros preferidos. Me encanta su compañía, pero, claro también tengo una vida social fuera de casa y del trabajo, por supuesto: un fin de semana, cada 15 días, me toca quedarme con los niños. Eva y Carlos, los mayores, prefieren la compañía de sus amigos que la de su aburrido padre. Sin embargo, Iago, de 7 años se queda conmigo y nos pasamos la tarde andando en bicicleta por el parque. Adora la bicicleta, yo
la odio, bueno, sencilamente odio toda actividad que implique sudar, pero bueno reconozco que me viene bien,y si es con Iago, pues mejor.
la odio, bueno, sencilamente odio toda actividad que implique sudar, pero bueno reconozco que me viene bien,y si es con Iago, pues mejor.
Los fines de semana que estoy solo en casa, a veces salgo con algún amigo de estos de toda la vida, los que casi no se hacen notar, pero siempre están ahí, y vamos al cine o al teatro. Me gusta mucho más el teatro que el cine, es más acogedor, más natural. Yo hacía teatro cuando iba a la escuela.
Pero el fin de semana es corto y el lunes hay que volver a la rutina; y siempre igual. Siempre metido en el camión, cuando voy en él y no me toca conducir, hago que el viaje se me pase más rápido, sumando los números de las matrículas de los coches que vienen de frente, es una manía que tengo desde niño. Pero no es ésta mi única vía de escape; lo que más me gusta de mi trabajo es el hecho de tener que entrar el miles de casas, todas diferentes, me gusta mucho fijarme en cada detalle, siempre me paro mucho a analizarlas, me relaja y me distrae, desgraciadamente siempre me acabo despertando de mi ensimimamiento y me tengo que poner a cargar muebles. Muebles para aquí, muebles para allá, muebles para aquí...
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