2009/10/26

En la piel de... un taxista


Jueves 7 de septiembre

Taxista... ¡Qué profesión! Monótona donde las haya... Llevo toda mi vida dedicándome a lo mismo... El taxi ya era de mi abuelo, y la licencia pasó de padre a hijo hasta llegar a mí... No es una profesión dura, pero si cansada... Siempre acabo rendido... Como hoy...

Viernes 8 de septiembre

Me encantan los viernes... Tanto atasco me sube el taxímetro...

Sábado 9 de septiembre

Otra vez lo mismo de siempre... Hoy me he levantado para llevar a unos clientes al aeropuerto... Después de dejar a aquellos señores, me fui dirección a la parada. Por el camino la conversación que aquellos hombres habían mantenido durante el trayecto me iba taladrando la cabeza...: “¿Lo llevas bien escondido?” ,“¿Sí, tranquilo que no creo que esta vez me pillen la Merca... Ya lo hice mal una vez y no quiero repetir... El problema es que no sé si la sacaré a tiempo para la entrega”, ”¡Shhhh...! Calla que los taxistas son todos unos cotillas... ¿Le has cogido la matrícula por si se nos tuercen las cosas?”, “Sí, relájate...”.
Yo no sabía como reaccionar... Pero disimulé lo mejor que pude e intenté no prestar atención a aquella conversación... “Lo que no sepas no te hará daño”, “Ojos que no ven, corazón que no siente” ... Intentaba repetirme esas frases a modo de canción, (hasta le busqué una música y todo para concentrarme mejor al repetirlo), pero nada... Por más que lo intentaba no lograba desconectar... Pensándolo ahora, fríamente... Tampoco sé exactamente de que hablaban... Posiblemente todo eran imaginaciones de un taxista aburrido que busca darle vidilla a su monótono trabajo... Pero claro... Luego estaba el detalle de la propina... Normalmente un cliente normal suele dejar unos dos o tres euros de propina.. Pero estos dos hombres me dejaron más de cincuenta euros... Todo el cambio de un billete de los verdes... Eso no era normal... Pero obedeciendo a aquella mirada... No hice preguntas y acepté el dinero.

El resto del día fue tranquilo... Los trayectos interurbanos eran rutinarios... Y yo me conocía las calles de pé a pá...” A la calle Doctor Goyanes”, decían. “A la Plaza de la Constitución”... El coche iba solo... Y ya no sólo por el motivo de que las ruedas conociesen el camino... Si no porque mi cabeza no estaba allí... Estaba aún en aquella conversación... Y mis dedos temblorosos se posaban cada poco en el fajo de billetes que abultaban en mi bolsillo... No por la cantidad, si no por el origen. Tenía miedo... Y quizás esa fue la mejor sensación del día. Por fin algo que me daba pie a olvidarme del mundo que me rodeaba.


Domingo 10 de septiembre

Normalmente no me cuesta trabajo evadirme de todo y pensar que vivo en otro país con otra gente y hasta con otra familia...
Es más... eso me resulta muy sencillo, y de lo más útil para desconectar del trabajo en horario laboral... Cuando estoy en la parada, entre los comentarios con los compañeros y las siestecitas, aún no pienso mucho en esa vida perfecta... Pero en cuanto mi coche se pone en marcha es como si un resorte dijese: ¡A volar! Y a la vez que arranco el motor y el taxímetro comienza a correr, mi mente se va del coche... La única pega a estas evasiones son los clientes pesados... Pero hoy no fue un día de esos.

Lunes 11 de septiembre

Esta tarde tenía que ir al aeropuerto... Era el taxi mas próximo... Pero no puedo... Aún no... Ellos tienen mi matrícula, y yo tengo pánico.

Martes 12 de septiembre

Hoy me he levantado cansado. He llamado al jefe y le he dicho que no me encuentro bien.
Hoy no he ido a trabajar.


Miércoles 13 de septiembre

¡Sí! ¡Ya era hora! Hoy me ha tocado el típico cliente pesado... Para empezar se sentó a mi lado. Delante. Le indiqué que hiciera el favor de ocupar los asientos de atrás. Se cambió de asiento, se abrochó el cinturón y justo cuando mi mente despegaba, empezó a hablar... Yo no tenía ganas de oírlo. Al principio hacía que escuchaba y le daba a la cabeza para arriba y abajo continuamente acompañando el movimiento con un flojo”ahá”. Pensé que eso sería suficiente (normalmente lo es), pero ese no era el caso... Él no paraba de preguntar y preguntar nimiedades y al final tuve que responderle con fruslerías...
No fue el único...
Hoy no sé qué pasó pero a él lo siguieron otros 3 clientes del mismo perfil...
Menudo día...

Como siempre... O mejor dicho... Como casi siempre...

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