Me llamo Laura, tengo 30 años y vivo en Monforte. Tengo dos hijos: Javier, de tres años y Carla, de uno.
Actualmente me dedico a hacer las cosas de casa. No es un trabajo muy divertido, pero es lo que me ha tocado ya que cuando tuve la ocasión de hacer alguna carrera u oficio no lo he hecho y me arrepiento mucho de ello. Ahora veo cómo mis compañeros de colegio tienen un trabajo y es cuando me doy cuenta del error que cometí.
Muchos me dicen: "¿Ama de casa?¡ Pues menudo aburrimiento! "Pero no te creas, hay bastantes alternativas para hacer que este trabajo sea más llevadero.
Por ejemplo, por las mañanas, para limpiar, pongo música y bailo mientras paso el aspirador; al mediodía, mientras preparo la comida, veo a Arguiñano, que quieras que no siempre te da alguna idea de cómo hacer salsas u otro plato; por las tardes, mientras riego las plantas de la ventana o tiendo la ropa, siempre se asoma la vecina de enfrente y nos paramos a charlar un poco, eso sí sólo hablamos de nuestras cosas ya que no nos importa la vida de los vecinos y no nos gusta ser cotillas. Cuando voy a comprar al súper de enfrente, siempre te encuentras a alguien conocido.
Ante un trabajo tan monótono como puede ser el mío, lo principal es llevarlo con alegría y felicidad y así se pasará más rápida la jornada.
Actualmente me dedico a hacer las cosas de casa. No es un trabajo muy divertido, pero es lo que me ha tocado ya que cuando tuve la ocasión de hacer alguna carrera u oficio no lo he hecho y me arrepiento mucho de ello. Ahora veo cómo mis compañeros de colegio tienen un trabajo y es cuando me doy cuenta del error que cometí.
Muchos me dicen: "¿Ama de casa?¡ Pues menudo aburrimiento! "Pero no te creas, hay bastantes alternativas para hacer que este trabajo sea más llevadero.
Por ejemplo, por las mañanas, para limpiar, pongo música y bailo mientras paso el aspirador; al mediodía, mientras preparo la comida, veo a Arguiñano, que quieras que no siempre te da alguna idea de cómo hacer salsas u otro plato; por las tardes, mientras riego las plantas de la ventana o tiendo la ropa, siempre se asoma la vecina de enfrente y nos paramos a charlar un poco, eso sí sólo hablamos de nuestras cosas ya que no nos importa la vida de los vecinos y no nos gusta ser cotillas. Cuando voy a comprar al súper de enfrente, siempre te encuentras a alguien conocido.
Ante un trabajo tan monótono como puede ser el mío, lo principal es llevarlo con alegría y felicidad y así se pasará más rápida la jornada.
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